Enlace Zapatista: Encuentros de Resistencia y Rebeldía. 28, 29 y 30 de diciembre de 2024, Cideci-Unitierra. SCLC, Chiapas, México
Capitán Insurgente Marcos
Les voy a pedir que colaboren conmigo en un ejercicio que servirá para las pláticas que se realizarán estos días.
Tengo que confesarles que padezco una enfermedad progresiva e incurable. Entonces les voy a pedir que levanten la mano quienes quieren que les diga qué enfermedad es y en qué etapa está.
¿No quieren saber? Me van a arruinar el escrito.
Ahora les voy a pedir que levanten la mano quienes no quieren saber nada de eso.
Bueno, no están. No están bien programados, compañeros. Hay que, hay que respetarse.
Bueno, tenemos ahora un auditorio de X número de personas consultadas respecto a un punto. En el momento en que redacto esto, no tengo la menor idea de cuál opción ganó.
Así que voy a seguir suponiendo que la mayoría quiere saber de esa enfermedad. Así que los voy a complacer.
Esta enfermedad la padezco desde hace más de tres décadas. Para ser más exactos, 30 años, 11 meses y 28 días.
La mía es una enfermedad incurable y progresiva. Y debe tener un nombre. O lo tendrá algún día. Pero consiste en mi incapacidad de hablar frente a más de seis personas. El número no es inocente.
Se trata de una minoría muy minoritaria. Es decir, existe al menos una situación que me deja mudo, sin palabras. Lo que en mi caso, y dado mis antecedentes, es una verdadera proeza.
Obligado por las circunstancias, a raíz de un 1 de enero de hace ya casi 31 años, tuve que afrontar esa limitación ocultándome detrás de un pasamontañas o detrás de unas letras.
Yo sé que he dicho antes que el sentido del pasamontañas se debía a que yo era muy guapo y que no quiero ser acosado, que detesto las miradas lascivas recorriendo mi torneada figura.
Pero la verdad es ésta: no puedo hablar ante grupos grandes sin estar oculto, parapetado, protegido detrás del pasamontañas, como me han enseñado los pueblos zapatistas.
Hube de combatir esa carencia de normalidad y encontrar en ella una fortaleza.
Traté entonces de convertir en un puente el marco de una ventana para asomarse a las comunidades zapatistas y para que las comunidades se asomaran al mundo de afuera, a su mundo de ustedes. Si lo logré o no, no es el tema.
Es probable, sí, que esté mintiendo y que no tenga esa enfermedad y que en realidad sólo la he inventado con algún propósito que hasta ahora permanece oculto. Y eso, creo, se irá develando en esos días.
Por ejemplo, les puedo decir ahora que tengo otra enfermedad. Consiste en la pérdida de la memoria inmediata, es decir, no recuerdo lo que acaba de pasar o recién hice.
Así que si topo a alguien y respondo a su saludo con una mirada de extrañeza, no crean que niego saber quién es. Eso es lo que lo he olvidado.
Yo sé que buena parte de ustedes, quienes me escuchan ahora y quienes me leerán después, también la padecen. Y que tiene nombre y se llama síndrome de las redes sociales.
O lo sé. No son solo las redes sociales, pero ellas lo ejemplifican y sintetizan. En la modernidad que padecemos esto no es un defecto, más bien es una prueba de velocidad, de adaptación.
Mientras más rápido olvides lo inmediato, más apto eres para asimilar un presente que cambia una velocidad vertiginosa gracias a la solidaridad de las comunicaciones. Tan rápido que parece, o al menos así lo asumimos, ser una realidad simulada.
El todo en todas partes al mismo tiempo.
No, no es el Aleph maya, tal y como lo describe el Popol Vuh y que provocó la envidia de los más primeros dioses, los que nacieron el mundo y entonces quitaron a los seres humanos esa capacidad de conocimiento simultáneo del todo y las partes.
Porque cientos de años antes de Borges, el pueblo maya imaginaba ya todas las geografías y todos los calendarios en un punto, todos los mundos en un mundo, en este caso de la modernidad, o como se le diga, el todo se impone a las partes, las domina, las subyuga y así moldea, las reconstruye, las desecha y las suple por otras.
Por ejemplo, Palestina.
¿Dónde queda Palestina? La respuesta puede ser debajo de los escombros de un hospital o de un escuela, o en el cadáver de un infante, en la muerte de quienes llevan ayuda humanitaria, por eso, porque son humanos y no entienden cómo es posible que una palabra, digamos “Hamas”, sostenga esa masacre. Y entonces se ponen a discutir entre tamaños de crímenes el de Hamás, el 7 de octubre.
Porque, hay que decirlo, el asesinato y secuestro de civiles es un crimen que está justificado por décadas de opresión, dicen, o el del gobierno de Israel en supuesta represalia o venganza por el 7 de octubre.
¿Cuál es más grande venganza? ¿Que venganza esta más justa? ¿Hay crímenes buenos y crímenes malos?
Y así nos tienen discutiendo sobre el tamaño de los crímenes.
¿Cuál mayor? ¿Cuál menor? ¿Cuál más antiguo? ¿Cuál más reciente?
Y debatiendo argumentos para avalar uno u otro, obligados a levantar la mano por una de las opciones.
Los motivos del lobo o los de los pastores. Votemos.
Y en esa discusión, y esta discusión se da lejos del horror y se olvida lo inmediato: una guerra de aniquilamiento total de un pueblo entero, un genocidio avalado por el fundamentalismo moderno de la desmemoria manipulada.
Y ese pueblo sepultado bajo escombros donde la sangre es ya parte de la postal en medios de comunicación y las redes sociales, es abandonado porque se ha olvidado ese pequeño detalle que se llama guerra.
Guerra es una palabra que entienden bien las víctimas y que los victimarios ocultan detrás de doctrinas de seguridad, religiones, argumentos académicos, es decir, propagandísticos, inversiones de capital.
Así es como se consigue olvidar que lo urgente, lo importante, lo necesario, es parar la guerra.
Pero Palestina también puede ser encontrada en otra parte:
Abajo, más abajo, lejos de líderes supuestamente contrarios, pero que comparten el mismo apetito por un territorio lejos de vanguardias que están tan adelantadas que ya no son vistas por sus seguidores.
Abajo, donde tal vez en una niña, en un niño, empieza a germinar la imaginación de otro mundo.
Entre muerte y destrucción es difícil que esa semilla crezca, pero es posible.
Y tal vez en ese mundo que crezca la imaginación de esa infancia, aparezca el árbol de la libertad.
Porque cuando nosotros decimos Palestina libre es eso, libre de la guerra, pero también libre de quienes le dicen a ese pueblo qué debe hacer y cómo y qué no debe hacer en esa Palestina.
La libertad es decidir sin presiones y hacerse responsable de esa decisión.
Y para eso, queridos amigos y enemigos, es necesario detener la guerra.
Y ahora queremos que, aunque sea difícil por las distancias y desmemoria, llegue nuestra palabra de aliento a esa niña, a ese niño que sobrevive en Palestina.
Nuestra palabra que, aunque pequeña, porque sale del corazón de un grupo de transgresores de la ley del olvido y profesionales de la memoria, susurra resistencia y rebeldía.
Y acá abajo, susurrar es también otra forma de gritar.
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Pero ya Palestina se diluye detrás de otras veces. Putin, Zelinski, China, Trump, el crimen organizado, el crimen desorganizado (o sea, los gobiernos), pandemias, desastres naturales, modas y modos, periodistas asesinados, influencias muriendo en el cumplimiento de su deber.
Es decir, al tomarse una selfie al borde de un abismo.
Inteligencia artificial aumento en la producción mundial de orfandad. Viajes turísticos al espacio inmediato. Los proyectos.
Una jovencita, digamos, de 20 años que sólo permanece en una foto porque la desaparecieron. Porque era mujer y era joven.
Las buscadoras, siempre las buscadoras.
Para cada hecho, un olvido.
Esto es, la religión de la desmemoria.
Por ejemplo, ubicados en la hipótesis de la pérdida de la memoria inmediata. No recuerdo qué hago aquí y quiénes son ustedes.
Tampoco recuerdo si ustedes me van a hablar o yo les voy a hablar a ustedes contra lo que se pueda pensar.
Escuchar implicaría una mayor responsabilidad, aunque sólo en apariencia, sea más difícil hablar que escuchar.
Entonces, yo creo que ustedes vienen a hablarme, Así que supongo que si han llegado desde tan lejos y han cancelado o adecuado sus planes para estas temporadas, se han preparado para decirme lo que van a decirme?
No creo. Soy un optimista en ese sentido, que vendrán y aquí a ver qué se les ocurre decirme. Así que eso me da una responsabilidad.
Estas personas, ustedes se han preparado, han cancelado su paquete turístico en el tren Maya, que en realidad estaba planeado para confirmar que ningún árbol se ha derribado, que no hay ningún impacto ambiental, que no se han dañado cenotes, ni ha afectado la fauna y la flora que los aborígenes use ese término para darse un aspecto de antropólogo de café.
Están entusiasmados por convertirse en peones en la tierra que heredaron de sus anteriores, que el llamado crimen organizado no tiene ningún intención de instalarse en ese tramo, y claro que es un éxito comercial y la gente se pelea por los boletos como si fuera un concierto del Mastuerzo.
Dije eso? No lo recuerdo. Tal vez el corrector automático puso el Mastuerzo cuando yo escribí claramente Taylor Swift, o como se diga, o quien sea o quien sea que esté de moda, decía que sean preparados sobre un tema.
Digamos que el tema en cuestión es que las cosas no están tan mal como parecen, que todo va a estar bien, que hay un futuro promisorio y que la felicidad existe y es hoy.
Así que se han preparado. Traen su libreta de apuntes con hartas citas bibliográficas de autores con nombres extraños, de prestigiosas universidades y centros de investigación, porque tienen una reputación que cuidar.
No van a andar citando a un escarabajo esquizofrénico ni a una niña que desafía las leyes de la física en una bicicleta mientras aprende a rodar en un camino de grava.
Tampoco a un anciano de sangre maya empeñado en rescatar la memoria antigua.
Entonces yo, en correspondencia, me he preparado. También tengo mi libreta de apuntes o mi celular para grabar, y si hay modo, tomarme una selfie con ustedes. Claro, eso no basta. Así que me he preparado con uno. Fui o se dice no sé cómo se diga, con uno o cita.
A modo puedo elegir entre el modo incógnito o si aspiro inquietar. Es el sueño escoger algo que realce mi apetitoso y bien formado cuerpo.
No encuentro el jaque de rigor, pero debe ser porque me los acabe en los textos del día después he enseñado también diferentes tipos de mirada la dubitativa de qué diablos está diciendo la escéptica de eso dices tú, la coqueta de tu yo.
Una temperatura bajo cero, la intemperie. No sé, piénsalo. La divertida de qué ingenioso chiste, la aburrida de a qué hora se sale al pozol, la urgente de tengo que ir al baño pero sin que se note que tengo que ir al baño. En fin, llego loco de contento con mi cargamento de lugares comunes. Me siento y espero con ansiedad mal disimulada sus palabras.
Ustedes tienen buena memoria, así que saben que no vinieron a hablar, sino escuchar, pero les imagino responsables y consecuentes. Imagino que saben que los pueblos zapatistas le dan un gran valor a la palabra, a la expresada y al escuchada. Entonces han llegado hasta acá, hasta el momento de la escucha o de la lectura, sabiendo que tienen una responsabilidad.
¿Es decir, frente a lo escuchado, responder a la pregunta de y tú qué? Si de pronto recupero la memoria inmediata y me doy cuenta de que me toca a mí hablar y a ustedes escuchar, y no me he preparado, entonces tendrán razón si se decepcionan. Pero si ustedes no se preparan para responder, es decir, para hacerse responsables de lo que escucharán pues, y hacerse responsables no es necesariamente estar de acuerdo o coincidir con lo escuchado.
Es también hacerse responsable de estar de acuerdo en algunas cosas y en otras no, o rechazar todo, elegir lo contrario. Contradictorio. Bien, aquí estamos. Ustedes han cancelado sus planes de patinar en el Zócalo y yo he cancelado mis planes de estar en un lugar cálido y acogedor. ¿Quién decepciona? ¿Quién? La responsabilidad. Esta responsabilidad es la que les hemos pedido a quienes invitamos a participar con su palabra.
Les pedimos dos cosas en concreto que tomaran en cuenta que se dirigirían también a bases de apoyo y autoridades autónomas de las comunidades zapatistas, casi 900, que están hasta allá atrás, para que puedan estar ustedes sentados y que no recurrirán a citas bibliográficas, esto es, que hablaran sin mediaciones y trucos y que se hicieran responsables de sus palabras.
Para bien o para mal, el tema al que les hemos convocado es un crimen. ¿Esperamos que con su ayuda, la de participantes, escuchas y lectores, podamos establecer si hay un crimen y si lo hay, quién es el criminal, cuál es o fue su motivo? Quién o quiénes son las víctimas. Es decir, no les compete, no los convocamos a pontificar, abundar y redundar en consignas.
Les llamamos a dar pistas para una investigación. Suponemos que los apuntes para describir el crimen, el crimen, nos lleven a profundizar en la caracterización del criminal, descubrir sus motivaciones, las herramientas empleadas para cometerlo, encontrar y describir a las víctimas. En suma, les llamamos a un trabajo de investigación policial. Podremos, tal vez, y con las herramientas adecuadas, llegar a una conclusión o a varias, pero no podremos ir más allá.
No corresponde a esta etapa dar un veredicto de inocencia o culpabilidad, ni tampoco dictar sentencia y ver que se cumpla la sanción. Y esto es así porque quienes nos escuchen o nos lean y nosotros, claro, ya hemos recorrido todo ese proceso, hemos determinado que el criminal es un sistema, que la víctima es la humanidad, que el veredicto es culpable y que la sentencia es desaparecerlo, destruir, irlo aniquilando.
Y en eso estamos en España, empeñados, dispuestos y decididos, aunque seamos minoría por eso somos firmantes de la llamada Declaración por la vida. Investigamos, pues, y llegamos a la conclusión de que el responsable del crimen no es una religión, una raza, un color, una lengua, una cultura, un modo, un género, sino todo un sistema que usa religiones, razas, colores, lenguas, culturas, modos y géneros para perpetuar el crimen.
¿Pero puesto que se trata de pensamiento crítico, es decir, su ética, su propósito, sus herramientas, su compromiso, hemos lanzado una duda y si nos equivocamos? ¿Y si y si lo que hemos caracterizado como un crimen es solo un bache, una crisis pasajera? ¿Y si el culpable no es un sistema, sino la mala suerte, un capricho de los dioses o el destino inapelable?
Y si no es necesario destruir ese sistema, sino que es posible reformarlo, adecuarlo, humanizarlo, limpiarle las artistas filósofas, aristas filosas, La duda, la duda debiera ser uno de los motores del pensamiento crítico. ¿Entonces, por qué no empezar por dudar de nuestro propio lugar, de nuestras capacidades, de nuestras herramientas? Ergo, partamos de que no tenemos la más remota idea de por qué está pasando lo que está pasando, ni quién es el responsable, ni quiénes las víctimas, y tampoco qué habría que hacer.
En suma, hemos cambiado la pregunta de ITU, que a la más inquietante y comprometedora de nosotros, que me refiero, hacía colectiva organizaciones, grupos, movimientos, personas individuales, las minorías que siendo tan distantes, diferentes y contrarias, hemos encontrado algo en común la descripción de un crimen, la caracterización del criminal, el recuento de las víctimas y el compromiso, el la búsqueda y realización de la justicia.
¿Perderemos algo si recomenzamos la investigación del crimen en curso? No sé ustedes, pero si yo hubiera conocido al zapatismo al inicio o en el transcurso de esos 31 años, a mí me daría confianza: un movimiento que es capaz de cuestionarse a sí mismo.
Admiraría su severa autocrítica y su llevarla hasta la decisión de anular toda una estructura organizativa e intentar otra cosa.
Me provocaría admiración, respeto y ganas. Es más, pediría enterarme de zapatista, aunque claro, supongo que tendría que demostrar que puedo ser parte de ellos.
Es claro que la misión propuesta es mucho más grande que lo que podamos aventurar en estos días, así que de esta forma discreta les estamos anunciando que habrá más encuentros como éste y anunciaremos después como se concretan.
Algunas personas invitadas no pudieron asistir a este encuentro por cuestiones de salud, como no dijo Fidel Castro. Sí, ayer éramos un pueblo entero, hoy somos un hospital de especialidades.
Entre que no pudieron asistir están Alicia Castellanos, Aida Hernández, María Eugenia Sánchez, Mariana Mora, Magda Gómez, Raúl Silvestre, Arturo Anguiano, Gilberto López Rivas, Luis Hernández Navarro y otras personas que junto a pensadoras y pensadores que estamos sondeando para invitarles tal vez en futuros encuentros, nos den pistas sobre el crimen, el criminal y las víctimas.
Y de entre todos ellos hay un joven de poca edad, un jovencito a quien apreciamos como movimiento zapatista que somos y a quien guardo respeto y cariño en lo personal que no ha podido asistir y a quien lea le he pedido que mande sus palabras y que aunque yo las lea, sea él quien responda por ellas, así que les lea, les leerle ahora la participación de Jorge Alonso…
28 de diciembre de 2024
Enlace Zapatista: Encuentros de Resistencia y Rebeldía. 28, 29 y 30 de diciembre de 2024, Cideci-Unitierra. SCLC, Chiapas, México